Cada vez más ancianos padecen enfermedades incurables, Durante su agonía, sufren de dolor físico, psicológico y espiritual.
Los familiares que les acompañan también padecen esta situación y desarrollan desajustes sociales y emocionales.Además tienen que realizar un esfuerzo económico que, muchas ocasiones, sobre pasa sus posibilidades reales.
La sociedad es consciente de la difícil situación por la que atraviesan las personas moribundas y sus familias, pero los gobiernos no están preparando para hacer a las necesidades técnicas, económicas y sociales de la realidad actual y su futura evolución,
Desde hace algunos años la terapia paliativa se está revelando como la forma más humana de asistir a los enfermos en fase terminal la facilitarles cuidados que les proporcionan mayor bienestar y una muerte digna.
Después de la muerte surge el duelo. Durante este periodo, la persona afligida debe reelaborar el proceso hasta volver a sentir alegría, restituir las redes sociales perdidas y asumir su nueva situación sin persona querida. En ocasiones es necesario llevar a cabo tratamientos terapéuticos que evitan las emociones negativas obsesivas y el dolor tras el fallecimiento del allegado.
Durante el duelo en el colectivo de personas mayores se aprecian tasas de mortalidad y morbilidad superiores a otros tramos de edad. Sin embargo, todo parece indicar que, salvo el colectivo de varones de más de 75 años, los ancianos se adaptan mejor que los jóvenes a la situación de viudad.
En todos los casos, el apoyo social de calidad que pone en evidencia los aspectos positivos de los diferentes procesos ayuda al enfermo y a su familia a superar y aceptar las nuevas situaciones que producen tanto la enfermedad terminal como el duelo.
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